Big Data: El antepenúltimo de una larga lista
Somos muchos los que confiamos en el análisis de datos como una buena oportunidad para el crecimiento de las empresas, incluso de las pequeñas. ¿Vislumbramos como lo vive un veterano directivo de una pyme?
Cuando empecé mi andadura profesional hace ya 30 años se hablaba bastante de la gestión de la calidad, de los beneficios que la misma reportaba y de los costes asociados a la NO calidad. Recuerdo que había un manojo de cosas que era importante tener en cuenta. La primera de ellas era el ineludible y claro compromiso de la Dirección de la empresa con toda la cuestión. Muy conveniente era que figurase todo por escrito. La formación constante de los trabajadores parecía cuestión indiscutible en todo el proceso. Además se resaltaba que tenía que ser algo vivo. Los objetivos de calidad para cada ejercicio debían incluirse en el plan estratégico anual de la sociedad al igual que se hace con los beneficios, las ventas o los gastos generales.
Yendo a la parte material todo lo anterior se debía reflejar en el correspondiente manual de calidad. El índice, el control de revisiones y de distribución de los ejemplares eran la apertura de todo buen compendio. Luego vendría la definición de los procedimientos de trabajo, es decir la descripción paso a paso de cada una de las tareas con el ínclito ejemplo de cómo freír un huevo. Y por supuesto había que nombrar a un responsable de la gestión de la calidad.
Un buen comercial que quisiese vender servicios relacionados con el tema tenía que tener muy en cuenta todos estos puntos y hacérselos ver al directivo/cliente de turno, y por supuesto ensalzando los parabienes de la cuestión.
Cuando muchas empresas no habían integrado aún su sistema de calidad aterrizó la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. La aplicación de la misma tenía algunos principios importantes a tener muy en cuenta como eran el claro compromiso de la dirección, la formación de los trabajadores, el hecho de que era un proceso vivo, necesidad de hacer un manual, nombramiento del responsable de la prevención de riesgos laborales, inclusión de los objetivos de prevención dentro del plan estratégico anual, procedimientos de trabajos para determinar los riesgos de cada paso. El ejemplo que se solía poner en las sesiones de formación era el de cómo freír un huevo mientras se analizaban los riesgos asociados a cada paso. También se hablaba de los costes de la NO prevención y de los beneficios de implantarla.
Un buen comercial que quisiese vender servicios relacionados con el tema tenía que tener muy en cuenta todos estos puntos y hacérselos ver al directivo/cliente de turno, por supuesto tenía que destacar los parabienes de la cuestión. Y van dos.
La terna la completó la gestión medioambiental. Como principios importantes estaba el compromiso de la Dirección con la gestión medioambiental, la formación continua de los trabajadores, la cuestión de que no era un tema estático sino que debía ser dinámico, nombramiento de un responsable de la gestión medioambiental… y me temo que lo de freír el huevo seguía siendo un buen ejemplo por aquello del reciclaje del aceite y separación de los residuos orgánicos, llámese cáscara, y los metálicos, verbi gratia la sartén requemada de tanto freír huevos.
Un buen comercial que quisiese vender servicios relacionados con el tema tenía que tener muy en cuenta todos estos puntos y hacérselos ver al directivo/cliente de turno, pero sobre todo ser muy consciente que era la tercera vez que le llegaba algo así a su cliente en el lapso de unos años. Y van tres.
Tras un período (no muy largo por cierto) de relativa calma con los manuales, con las gestiones de nuevas cosas, con objetivos estratégicos, con responsables de no sé qué y de los huevos fritos apareció la L.O.P.D. Más bien es una ley que convivió con parte del proceso anteriormente descrito pero dormida, sin que casi nadie se percatara de que existía. Pero un día la despertaron.
Más compromiso de la dirección, más formación de trabajadores, más proceso vivo. La gran diferencia la puso el que ya no se hablaba de preparados gastronómicos en las charlas a los trabajadores.
Un buen comercial se las tenía que ingeniar para vender sus servicios sin que se notase mucho que un nuevo ciclo de papeles, formación, nombramiento de responsables y otras cuestiones se había puesto en marcha. Ya no van cuatro, esto hay que venderlo de otra forma. El monto de las multas por no hacer caso a las obligaciones era y es un argumento de peso.
De lo que parece que de momento se libran las PYMES es de la cuestión de la Responsabilidad Social Corporativa. Las muy grandes empresas o bien es algo que ya lo tienen incluido en su día a día o están en fase de hacerlo. El punto está en que el tema se está extendiendo y cada vez se acerca más a las no tan grandes empresas. Hasta mis oídos ha llegado información fehaciente en el sentido que algunas empresas minoristas y tiendas a pie de calle han pedido ofertas para implantar la materia. Alguna de ellas entre sus artículos a la venta tiene sartenes.
Ya lo dice la sabiduría popular “Éramos pocos…”
También se ha hablado de la gestión de la innovación, pero esto parece haber tenido menos predicamento. No es difícil imaginar lo que supone y por qué pasa casi desapercibida.
El nuevo reto al que se tienen que enfrentar las empresas es la implantación del análisis de datos en la organización, en su día a día. Lo que el gran público apela como Big Data. Parece haber algo parecido a una edición de bolsillo para la pymes al que algunos se refieren como Small Data.
Personalmente soy un forofo del Big Data y del Internet de las cosas por lo que como chico enamorado de un conjunto de tecnologías me pongo a hablar de ellas teniendo la sensación de que todo el mundo debe compartir mi entusiasmo por la cuestión… pero esto se aleja mucho de la realidad. Todos los que estemos en este sector como responsables de datos, jefes de proyectos, técnicos comerciales haremos bien en ser muy consciente que somos los antepenúltimos de una larga lista.
El día que tenga que salir a la calle maletín en ristre, teniendo que portar ipad, iphone, peluco chic y demás atavíos del buen vendedor de IT’s no podré olvidar que si cuento aquello de las necesidad de la implantación de un sistema de análisis de datos, de lo importante que es integrarlo entre los objetivos de la empresa, la perentoria necesidad de tener un CDO (responsable de datos en inglés) y del costo de no hacerlo ya habrán desfilado antes que yo otros contando cosas que al bueno del directivo que tengo en frente le sonará a una vieja u recalcitrante melodía que ya le ha dado muchos dolores de cabeza.
Cuando tenga que dar formación sobre la materia será mejor que no integre dentro de los ejes del programa ciertos temas culinarios.
Algo me dice que a título de chascarrillo no podré resistirme a la tentación de parlotear sobre la vieja cuestión de cómo freír un huevo; supongo que será mejor reservarlo para la hora del café.