Outsourcing en Big Data [2ª parte]


Estamos analizando dos alternativas propuestas por Oscar Hernández de Lantares en un post sobre cómo acometer al análisis de datos. En la anterior entrada echamos un vistazo a la posibilidad de externalizar estos servicios. En el presenta vamos a reflexionar sobre la alternativa de formar personal propio.

El sólo hecho de echar una pensada sobre la eventualidad de formar a personal propio para la gestión de datos tiene su interés.

La primera pregunta que nos podemos hacer es si estamos dispuestos a mandar a las aulas a alguien que es fundamental en nuestra organización, esa persona en la que siempre pensamos cada vez que tenemos un problema o hay un tema importante que solucionar, Esa persona que el día que trabaja 8 horas se siente como si estuviese de vacaciones. Ese es nuestro candidato ideal, el problema es que incluso para ese individuo el día tiene 24 horas (uno al año tiene 25 horas, pero por el contra hay otro de 23).

Entones podemos pensar en algún empleado que sea fácilmente prescindible en su puesto. Por mi experiencia personal no puedo por menos que desaconsejar vehementemente esta alternativa. En mi primer puesto de trabajo cuando estaba aún en la veintena hubo una temporada en la que tuve una gran necesidad de delineantes; me mandaban personal que fuera “prescindible” en otros departamentos de la empresa.

No quiero hacer leña del árbol caído pero los empleados que son “prescindibles” en sus puestos de trabajo lo mejor que se puede hacer con ellos es cedérselos a las empresas de la competencia por cero euros la hora. Alguien puede tachar esta estrategia de cruel, deshonesta o poco amigable con la competencia, pero ¡la guerra es la guerra!

Como claramente se puede colegir soy partidario (en su caso) de formar a los empleado más ocupados. Si lo están por algo será. Tenía un jefe que decía que el papel lo aguanta todo. Un post (formato electrónico y nada de papel) también aguanta muchas cosas.

Muñecajos en clase

Como he comentado en más de una ocasión, he dedicado bastantes horas en los últimos meses a buscar programas de formación en Big Data. Hay alternativas para recién titulados y similares que pueden dedicar toda su jornada haciendo lo mismo que han hecho en sus últimos 20 años: ir a clase y estudiar en casa. No es buena opción para personas trabajando y mucho menos para esos empleados tan importantes para la empresa.

Para la personas en activo he encontrado tres grandes tipos de programas formativos.

– La primera y más evidente son los cursos on-line.

– Luego están los programas de viernes por la tarde y sábados por la mañana.

– He encontrado algo adicional: 5 tardes a la semana (de lunes a viernes) de 4 a 8.

Recordemos que la persona que pretendemos formar es alguien de mucho valor en nuestra organización y por ende terriblemente ocupada. Me voy a poner en la piel de nuestro aguerrido trabajador para imaginarme qué ocurriría en cada uno de los escenarios. Adelanto que no voy a ser muy optimista.

Curso on-line. La ventaja que tienen es que se pueden estudiar y hacer los deberes en cualquier momento, digamos a “ratos libres”. ¿Es dable imaginarse a nuestro empleado ejemplar aburrido y con excedentes de “ratos libres”?. Escasean los que puede dedicar a su familia. Ahora le tocaría repartir tan preciado tesoro entre sus seres queridos y el curso de marras. No parece buena alternativa.

Tardes de los viernes y mañana de los sábados. Cuando nuestro querido trabajador llega al viernes está totalmente exhausto. Es más, es posible que arribe en más de una ocasión pasada la hora de entrada a la sesión del viernes, dado que estaba ultimando algún temilla urgente. El sábado va al curso sin haber tenido tiempo de recuperarse. Algo parece indicar que le va a costar aprovechar la sesión matutina de la semana; la del viernes mejor ni hablar de ella. Luego tiene que estudiar, hacer ejercicios y bla, bla, bla. ¿Cuándo? ¿El sábado de tarde y el domingo? Ya le han comido el 40 % del finde y ahora debe arrebatarle otra buena porción de lo que le queda. ¡No lo veo! o más bien lo que veo es todo lo contrario. Actualmente asisto a un programa con este formato y he de confesar que la cosa marcha bastante bien, pero es a costa de un seguimiento exhaustivo por parte de la Escuela de Negocio MSMK, y este no es en la mayoría de las ocasiones el caso. He asistido a alguna sesión suelta de un curso planteado de forma similar y la desconexión que mostraban la mayoría de las personas que estaban trabajando y que su empresa era quien abonaba el programa era increíble. No les culpo. Ya lo dice la Biblia: “el espíritu está pronto pero la carne es débil”

Dejo para el final la opción estrella: 5 tardes de la semana. Vuelvo a no querer sacar virutillas del tronco en posición horizontal, pero esta alternativa es la más simpática de todas. Hago algo de historia (es absolutamente verídica). En su planteamiento inicial este programa duraba ocho semanas intensivas. Había 8 horas de clase al día, cinco días a la semana durante un lapso de 8 semanitas seguidas. Teoría y práctica se repartían a partes más o menos iguales las horas de cada día de formación.

Se encontraron con el problema de que aquellos que podían abonar unos cuantos miles de euros eran en su mayoría personas en activo. Faltar a su trabajo tantas semanas no era una opción.

Chico yendo al coleLa solución que encontraron fue el reducir a la mitad las horas del programa. Sólo irían por las tardes, sólo 4 horas al día. Sólo habría teoría. Las prácticas se las maravillaría cada uno en sus “ratos libres”. No sé lo que ha ocurrido con los alumnos que han seguido esta iniciativa (porque alguno sí que hubo) pero yo me imagino a nuestro currito de 10 ó 12 horas de trabajo teniendo que ir a clase por la tarde. Lo más probable es que adelante un poquitillo la hora de llegar al curro por la mañana. Apurará la hora de salida del trabajo para llegar a clase consumiendo los 5 minutos de cortesía y alguno más, y de buen seguro comiéndose un sándwich y bebiendo un agua por el camino, masticando el último bocado mientras saluda al profesor y al respetable. Así logra arrimar al trabajo no menos de 7 horas al día… y luego a clase.

En estas condiciones se mete entre pecho y espalda 4 horas de teoría, día sí, día también, de lunes a viernes. Me imagino al sufrido profesor intentando meter a semejante grupo de alumnos 4 horas de teoría del tirón, sin vaselina ni nada. También me lo imagino fracasando estrepitosamente en el intento. No logro alejar de mi cabeza la pausa para el café de un cuarto de hora que finalmente ronda los 40 minutos. No me imagino 4 horas de teoría (algo más de tres al final) sin un triste ejemplo práctico, por pequeño que sea que llevarse a la boca. Me imagino un programa esquilmado.

Luego toca hacer las prácticas en casa. Durante la semana NO, mejor el finde, intentando organizar las 20 horas de clase (alguna menos) que te has metido de lunes a viernes.

A esta persona si no la echan de casa es fundamentalmente porque apenas la pisa.

¿Es necesario el párrafo de conclusiones sobre esta opción?

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